Cuando era pequeña siempre acostumbraba a interpretar señales. Pero no señales de tránsito, esas hasta el día de hoy no las domino bien y no me da verguenza reconocerlo, la verdad sea dicha.
Yo me refiero a señales de la vida. Aprender a leerlas me tomó tiempo pero llegó un momento que las dominaba como si yo hubiese nacido para interpretar el mundo con todo lo bueno y lo malo que aquello conlleva.
Digo lo bueno porque siempre me anticipaba a cosas que nos beneficiaban a todos y malas porque las desgracias las veía también con tiempo (aunque eso no me permitía prepararme con tiempo porque para lo malo uno nunca está preparado así lo vea con años de anterioridad)
Era por eso que podía ver números que saldrían en la lotería, predecir que llegaría visita inesperada hasta con un día de anticipación (lo cual preparaba a mi madre para recibir lo inesperado de una manera esperada), saber si todo iría bien incluso con una tragedia grande de por medio (lo cual siempre aliviaba a mis padresporque si yo lo decía así sería), saber las notas exactas que sacaría en cada materia de la escuela y con cuáles debía tener cuidado (cosa beneficiosa en una etapa escolar), entre otras muchas cosas, pero también estaban las malas, aquellas que no me atrevía a decir, como aquella vez que supe que la mejor amiga de mi abuela moriría, no le dije nada a mi abuela porque aquella parte mía tan acertiva de pequeña no venía bien cuando hablaba de cosas malas, es por eso que cuando la señora murió ( unos meses después) y vi a mi abuela tan triste, me alegré de haberme mantenido calladita porque lloró tanto mi abuela que supe que de alguna forma le había ahorrado meses de lágrimas y sufrimiento.
Hablemos de la lotería, saber el número que saldrá en la lotería en Venezuela es quizás una de las mejores cosas que te puede pasar, la lotería es muy importante en nuestro país, allí casi todo el mundo cree que su vida puede cambiar con un número (incluyéndome), de alguna manera yo se las cambiaba muchas veces, en pequeños o grandes montos dependiendo del día, las ganas y La Panchita, La Panchita es una tira cómica que aún hoy en día sigue apareciendo en un periódico venezolano , es una tira cómica un poco erótica,vista con mis ojos de adulta, pero con mis ojos de niña veía a una mujer donde por todos lados aparecían números y yo sabía exactamente al verla qué número me decía con toda su anatomía.
En aquella época mis padres no se andaban con esos rollos existenciales de los traumas que ver cosas semi eróticas pueden causar en los niños, y lo agradezco, es por ello que yo veía por muchos minutos esa Panchita diaria buscando un número con el permiso de mis progenitores que sin interesarse mucho por la psicología infantil finalmente usaron la mejor y me hicieron crecer sin traumas, viendo números donde todos los demás hijos de padres que se leían libros y libros de psicología veían solo tetas.
Así, tengo flashes en mi memoria donde me veo de niña sentada en las piernas de mi madre, con vecinas haciendo cola esperando por un número y yo con la panchita en la mesa señalando lo que veía, viéndolas a todas salir corriendo a por el número que en pocas horas ya se había vendido todo por la zona donde vivía. Mis padres jugaron muchas veces y muchas veces ganaron, los premios que más me gustaba repartirles era en la víspera de navidad, pero ese mérito me lo llevaba yo con mi padre que de tanto estudiar números de contabilidad en la vida, también los podía anticipar, casi siempre la pegábamos y en mi casa llegaba navidad cuando la lotería de Caracas o del Táchira anunciaba el número que compraba en casa muchos regalos y buena comida.
Ese don muchas veces no es tan divertido, pensarán ustedes que me contradigo porque al ver las cosas tan claras debería haberme generado mucha diversión sabiendo lo bueno que me venía con tiempo, y sí, en eso les doy la razón, esa parte es divertida, pero está la otra, la de las cosas malas que hoy en día muchas veces veo con tanta claridad como las buenas. Igual que cuando era niña. Y es que cuando eres grande la conciencia de lo malo adquiere un significado más importante y por lo tanto, es más doloroso.
Uno de los ejemplos más recientes que tengo, y que puedo contar, fue en Febrero de este año, estando en casa de mi abuelo Valentín le dije que debía poner una línea telefónica para así poder llamarle, el viejito me miró extrañado porque todos sabemos que él nunca ha necesitado una línea en casa porque su vecina que toda la vida ha tenido un teléfono siempre le insistió que mientras ella viviera él podía recibir todas las llamadas en su casa, lo cual implicaba que la amable señora cada vez que a nosotros nos daba por llamar tuviera que salir corriendo a la casa de mi abuelo y gritarle que tenía una llamada (lo de correr era porque las llamadas siempre venían de otra ciudad o de otro país como en mi caso). Cuando mi abuelo llegaba a su casa (y mi abuela Paulina cuando vivía) ella les recibía con una sonrisa y el teléfono en la mano mientras les decía es fulanito o menganito desde Caracas, desde Acarigua, desde Holanda. Siempre admiré su facilidad para pasar las llamadas como si ella fuera la recepcionista de mis abuelos y no haber contestado ni una sola vez con mala gana desde que yo tengo uso de razón y usamos esa línea para comunicarnos con nuestros abuelos.
Por eso la cara de mi abuelo fue un poema al verme insistiéndole en poner una línea en su casa. "Yo tengo teléfono mi negra", me respondía, "a mí no me hace falta poner uno en esta casa"
Unos días después la vecina murió.
Y mi abuelo ya tiene su propia línea.