28.6.10

El vestido te escoge a ti

Cuando entras en el mundo de la gente que dice ¨Sí, quiero¨, o que no lo dice (como yo) pero igual decide casarse, empiezas a entender un montón de cosas que en principio te parecían sin sentido, pero que con el tiempo adquieren una importancia que puede llegar a asustarte.


La primera vez que tuve conciencia de haber escuchado la frase: ¨El vestido te escoge a ti¨, fue poco antes de ir a buscar mi traje de novia de la mano de mi hermana menor. Aprovechamos sus vacaciones del año pasado para hacerlo, en septiembre ella fue a Cádiz por unas cuantas semanas y entre los planes que teníamos estaba el comprar el vestido juntas, mi mamá y mi otra hermana tenían planeado pasar navidades con nosotros en Diciembre y sólo tres meses para encargar el vestido nos parecía muy poco tiempo. Así que tomamos la decisión de encargarlo juntas y las dos solitas, en septiembre.
No sabíamos muy bien lo que queríamos. Y digo lo que queríamos porque si de algo yo estaba segura hasta ese momento es que sería incapaz de escoger el traje sola, decidimos comenzar por el principio y nos fuimos a hacer citas en las tiendas que son especializadas en la venta de trajes de novias en Cádiz, esa tarde llamé al pisha de cai y le dije que estábamos camino a las tiendas y que le llamaría si tenía buenas noticias, lo que significaba que había encontrado un traje y que ya no tendría que buscar más, porque aunque la idea de casarme ya estaba entrando poco a poco con calma por mis venas, el escoger el traje y que tardara en encontrarlo me empezaba a poner un poco nerviosa.
Entramos a la primera tienda y sinceramente se me hizo muy extraño decir, ¨hola, voy a casarme y vengo a buscar mi traje de novia¨, la chica de esa tienda me ratificó lo que ya sabía, había que hacer una cita para que me atendieran, el problema era que la cita que me daban era casi para la fecha de la vuelta de mi hermana a Caracas, pensábamos que era muy arriesgado porque si encontrábamos algo que nos gustara en otra tienda, no podíamos esperar tanto para compararlo con esta tienda. Mi hermana insistiendo logró una cita un poco más cercana pero aún así era en un par de semanas. La aceptamos y nos llevamos el catálogo de la tienda.
Fuimos a la segunda tienda y allí nos esperaba otro ambiente, las personas que trabajan en esa tienda nos hicieron sentir bienvenidas al primer minuto, nos trataron tan bien que sin haber visto los vestidos ya sabíamos que compraríamos aunque fuera la ropa interior allí para no decepcionarles.
Al llegar nos llevaron a unas mesas donde estaban las fotos de los trajes en un tamaño lo suficientemente grande para enamorar a cualquiera, nos dieron unos marcapáginas dorados para que señaláramos los que más nos gustaban, así lo hicimos, mi hermana marcó los que más le gustaban a ella y yo los que más me gustaban a mí. Al rato la chica se acercó y se sentó a ver lo que habíamos escogido, empezamos juntas a descartar algunos, ella era muy honesta y me decía el porqué no debía escoger uno u otro, y era tanta su sinceridad que asustaba, sobre todo porque descartaba algunos de los más caros y se notaba allí que lo de ella no era vendernos un vestido sino hacer que yo saliera de esa tienda con el vestido que mejor me iba.
Hubo uno de los vestidos que al verlo simplemente me enamoró, era el que yo quería, respiré al ver que a mi hermana también le gustó y que la chica no lo eliminó de mi lista, finalmente de la veintena de trajes que habíamos marcado, la chica con su fabulosa ayuda logró reducir la selección a siete, me dijo que me los probaría todos pero que debía decirle cuál era el que más me gustaba porque ese sería el primero que me mediría, le señalé el traje, e inmediatamente nos dirigimos las tres a los probadores, que por cierto, son dignos de una Reina. Bueno, así me sentí.
Al colocarme el traje la chica improvisó un peinado, me puso el velo y todo eso mientras mi hermana esperaba fuera, ella le pedía a mi hermana que no se asomara, que la sorpresa era la mejor parte, mi hermana le hizo caso, aún muriéndose de la curiosidad, salí del probador vestida y peinada y a mi hermana al verme se le llenaron los ojos de lágrimas, fue LA GRAN SEÑAL, y aunque a esas alturas teníamos la certeza que el vestido era ese,nos quedaban aún otros seis para probarnos. Cuando llegué al cuarto traje y salí para que mi hermana me viera, vi a un grupo enorme de mujeres que venían con una chica que tambíen buscaba un traje, al salir todas pusieron cara de alegría al verme, esa alegría que sólo una mujer vestida de novia puede inspirar, la que buscaba el traje de novia les dijo: ¨ese es el traje que yo quiero para mí¨ a lo que respondí inmediatamente: ¨no te preocupes que no es el que yo he escogido hasta ahora, sólo me lo medía para ver que tal me quedaba¨, todo eso venía a cuento porque en Cádiz no te dejan llevar el traje si hay una novia que se casa el mismo día que tú y ha escogido el mismo traje. Así evitan que coincidan saliendo y entrando a la misma iglesia con los mismos trajes. La chica respiró tranquila, y si mal no recuerdo creo que fue la abuela de ella la que me pidió que me probara entonces el traje que yo había elegido. La chica que me ayudaba en la tienda accedió a probármelo, y así, al mismo tiempo que la novia de ellos se metía en el probador a probarse el traje que a ella tanto le gustaba, me metí yo a probarme el traje, para complacer la petición de la señora.
Salimos las dos al mismo tiempo, véase en la escena a una chica que ha llevado a todas las mujeres de su familia para medirse el traje y a mí acompañada únicamente por mi hermana que se encontraba sentada en un rincón junto a todas esas mujeres, imagínennos a las dos saliendo al mismo tiempo de los probadores, cada una con el traje de novia que más nos había gustado, lo que recuerdo (y es lo que espero que no recuerde la otra chica a estas alturas) son las risas de felicidad, las caras de asombro y hasta los aplausos que me prodigaron todas esas mujeres al verme a mí, en Cádiz, vestida con un traje tan flamenco como si a mí, alguien me hubiese parido en un hospital de Cádiz y no en mi siempre querida Caracas. No puedo dejar de escuchar en mi cabeza todo lo hermoso que me dijeron al verme, pareciera que mientras escribo me lo repitieran para no olvidarlo. Nunca lo haré.
Debo confesar que me sentí muy feliz ante la reacción de todas ellas, porque estar sin mi mamá y mi otra hermana en un momento así no era algo fácil, pero la felicidad me duró pocos segundos y fue cuando me percaté lo terrible de lo que estaba pasando paralelamente, cuando la chica que ayudaba a la otra novia les dijo a la familia: ¨Oye, aquí está también vuestra novia, ella es vuestra novia y está vestida esperando a que le digan algo¨, y allí, todas las miradas que yo sin querer había robado se dirigieron a ella, pero ya era un poco tarde. La chica tenía una cara entre tristeza y decepción, se los juro que no le deseo a nadie estar en una situación así, que horror. Le pedí disculpas pero creo que se lo tomó mejor de lo que cualquier otra hubiera hecho. Todas empezamos a alabarle su vestido, porque sinceramente iba radiante.
Yo no me probé ningún traje más, luego de lo sucedido con la familia de la otra novia mi hermana me dijo: ¨este es, no lo pienses, cómpratelo¨.
Así hicimos.
Fuimos a la caja, pagamos una tercera parte del costo con la condición que podías anular la comprar en 72 horas, salimos felices de la tienda, nos abrazamos y mi hermana me pidió que no viera más trajes porque me entrarían las dudas, le dije con la misma seguridad que siempre me inspiró ese vestido, que mirara lo que mirara yo estaba convencida que no encontraría nada que me gustara más. Y así fue.
A los pocos minutos de haber salido de la tienda y sin haber pasado más de una hora y media desde que le había dicho al pisha de cai que íbamos a buscar el vestido, le llamé y le di la buena noticia, casi se desmayó al otro lado del teléfono, se puso muy nervioso y me dijo que era una locura, que nadie se compraba un traje de novia tan rápido y menos sin ver más opciones en otras tiendas, en ese momento entendí la frase y se la repetí esperando que eso le calmara (no lo hizo):
¨El vestido te escoge a ti, no al revés, además, sino necesité tanto tiempo para saber que tú eras el correcto, por qué lo necesitaría con un vestido?¨
No fue sino hasta casi 7 meses después, en Caracas, el día de nuestra boda, que el pisha de cai respiró tranquilo al ver que era cierto, el vestido que había viajado desde tan lejos, nos había escogido a nosotros.
Un beso para todos.
Este relato comienza en "Las cosas que nos unen", sigue en "De cómo comenzó todo", sino lees los anteriores quizás éste no tenga mucho sentido (recomiendo leerlos).

5.6.10

De cómo comenzó todo

Nunca hablamos de boda, por lo menos no de una manera tan seria, el pisha de cai me insiste que por la fecha del primero de mis cumpleaños que celebramos juntos me dio un anillo y me dijo que era una propuesta de matrimonio, él insiste que yo le dije que sí, pero yo no lo recuerdo así,recuerdo que me dio el anillo y que me gustó mucho que lo hiciera, pero no recuerdo haber dicho que sí a la propuesta de casarme con un hombre al que prácticamente acababa de conocer, eso contradice totalmente mi forma de ser, él me aclara que nunca le dije: ¡Sí, quiero!; sólo que acepté el anillo con la promesa que algún día, si todo iba bien, pues nos casaríamos.

Y así fue doce años y medio después.

Todo empezó una tarde del mes de enero del 2009, visitamos en La Isla de Margarita un sitio precioso que a la vez se alquilaba para fiestas, al guía que nos acompañaba le comenté que seguramente una boda allí sería algo muy bonito, y el pisha de cai alcanzó a oírme. Al montarnos en el auto camino de vuelta al hotel me dijo que entonces nos casaramos allí, pero no fue una propuesta, fue simplemente decir porqué no hacemos una boda aquí y listo. No hubo un sí, no hubo un quieres hacerlo, simplemente surgió la idea y empezamos el camino.

Estando en Cádiz intentamos localizar al contacto que nos habían dado para el sitio, no hubo suerte. Como fecha de boda pensamos en el 29 de noviembre de ese mismo año, sí, ¡de ese mismo año!. Al final nos pasó como siempre, no nos interesamos por las cosas que otros consideran importantes, pero cuando lo hacemos queremos hacerlo con la rapidez y las ganas del que siempre lo quiso y nunca lo pudo hacer, como el que milagrosamente despierta de un coma y quiere comerse el mundo con el miedo de volver a caer.

Mi familia ya sabía de nuestras intenciones, en el mes de Mayo estaban todos nerviosos, porque seguíamos con la idea del 29 de noviembre de ese mismo año y los días pasaban y no llegábamos a concretar nada, llamé a mi madre y le dije que buscaría a alguien que me ayudara a planificar la boda, sentía que en la distancia y sin saber mucho lo que queríamos resultaría casi imposible planificar una boda, en Venezuela te llegan a cobrar una fortuna por un servicio de este tipo, aún así yo estaba dispuesta a pagarlo porque no veía que mi familia tuviera mucho tiempo para ayudarme en algo así.
Pero al final, la familia siempre es la familia.
Mi madre, como toda madre hubiera hecho, llamó a mis hermanas y les pidió que me ayudaran como si de la boda de ellas mismas se tratara, es por eso que mi hermana menor comenzó la búsqueda en Caracas de un sitio en el que pudieras casarte con la naturaleza de testigo, porque es lo que el pisha de Cai y yo estábamos buscando. Lo encontró. Fue a verlo,tomó fotos y con sus comentarios y las imágenes que captó, nos convenció de inmediato, lo bueno de no ser personas difíciles es que todo se da más fácil al estar abierto para todo lo bueno. Y así fue, en Julio del 2009 teníamos el sitio más hermoso que pudiéramos haber soñado para una boda en Caracas. Gracias a mi hermana.
Ese fue el primer paso.
Y todavía el pisha de cai no me había preguntado si queria casarme con él...

Este relato inicia
en el post anterior.