Lo tengo yo.
A Ana Julia la recuerdo como una niña hermosa y preguntona, siempre sonriente a pesar de que la vida que le había tocado le habría arrancado la alegría del alma a cualquier mortal, pero a ella no, Ana Julia como buen angelito de la vida siempre encontraba un motivo para ser feliz y se encargaba especialmente de que yo lo supiera:
"Anoche soñé que mi madre me venía a buscar y me llenaba de juguetes por cada año que me ha dejado sola, eran muchos, eso es una señal, ella viene pronto.
El Panadero me regaló un golfeado esta mañana me dijo que siempre me daría uno cuando viniera a por el pan, le recordaba a una hija de él que se ha muerto y eso le hacía feliz, entonces yo iré, no por el golfeado sino por hacerle feliz.
Las vecinas me invitaron a una fiesta, querían que les ayudara con la limpieza y el orden pero a cambio bailé y comí todo lo que pude, eso sí que fue gustoso"
A mí, Ana Julia me arrugaba el corazón siempre, cada fin de semana que la veía me abrazaba con tanto amor que después de un tiempo el motivo por el cual yo venía a esa hacienda era más por ella que por aquel hombre que me había robado el corazón.
Ana Julia había nacido cerquita de allí, su madre, que alguna vez había trabajado en aquel lugar, vino un día tiempo después del parto a hablar personalmente con la Nonna, la dueña de todo aquello, y tras exponerle algunas cosas que nadie supo con certeza nunca, a la Nonna no le quedó de otra que quedarse con Ana Julia pero a regañadientes. Nunca la aprendió a querer y miren que era fácil querer a Ana Julia.
Pero ni eso le quitó la sonrisa a Ana Julia . Ningún maltrato, ninguna mala palabra ni en contra de ella ni en contra de su madre (que sucedia casi siempre). De vez en cuando Ana Julia se venía abajo y lloraba y cuando me veía a mi unirme a su dolor se secaba las lágrimas y me decía: "Ah, tu no, eh, tu no!" y me abrazaba me besaba me secaba mis lágrimas, y me repetía: "tú eres el pilar que me mantiene aquí, tu te vas, yo me voy"
Y así fue.
Con el tiempo el amor a ese hombre que me impulsaba a visitarle cada fin de semana,
cambió, y yo, dejé de ir tan seguido, era muy duro para mí porque eso significaba separarme de aquella niña que me alegraba los días. El día que le dije a Ana Julia que ya no volvería más porque lo mío con su hermano (porque él si la quería como hermana y la defendía cada vez que podía, aunque el resto de la familia nunca lo hubiera aceptado así) ya se había terminado y eso siginificaba que no nos veríamos tanto, me eché a llorar, y ella conmigo, nos abrazamos y me dijo: "entonces es hora de entregarte mi tesoro, así estoy segura que alguna vez nos volveremos a ver y ese tesoro será la garantía del reencuentro, nadie puede vivir con el tesoro del otro, eso no estaría bien, así me tendrás que buscar", fue hacia el centro de su habitación y golpeó en el suelo una de las baldosas antiguas que lo conformaban, al golpearla se aflojó y la quitó del suelo, dentro se hallaba un pañuelo rojo que envolvía un anillo de oro pequeño y brillante "este anillo me lo dejó mi madre y todos piensan que lo he perdido, si lo encuentran me lo quitan, en tus manos estará a salvo"
Lo acepté, le prometí que lo cuidaría siempre y que al encontrarnos nuevamente se lo devolvería.
Han pasado tantos años desde aquel momento, nunca más nos hemos visto.
Hace dos días mientras buscaba un anillo y una pulsera que me trajera buena suerte en algo muy importante que debía firmar ese día encontré nuevamente el Tesoro de Ana Julia, el mismo que no he podido entregar de vuelta porque luego de mi salida de aquella casa y familia, Ana Julia desapareció de sus vidas para siempre, una vez me llamó por teléfono y me dijo: "estoy muy bien, guarda mi tesoro, algún día nos encontraremos" pero no dejó ni rastro de ella quizás por temor a ser encontrada por alguien que no fuera yo.
Me pareció una buena señal encontrarlo el viernes y me puse el anillo para esa firma, se lo pedí prestado al cielo, Ana Julia me traería mucha suerte y ese era el anillo que estaba destinado para ese gran día.
Ella firmó también de alguna forma ese día y eso me hizo muy feliz.
El tesoro permanecerá conmigo hasta el reencuentro, creo que ella sabrá muy bien donde encontrarme porque los tesoros siempre buscan a sus dueños, no al contrario, yo sólo espero y lo escribo mientras me tomo este café.
De Peligro a Pele el Ojo (o de como el venezolano usa refranes para explicar lo inexplicable) : "lo que está pa'ti, nadie te lo quita"