Dedicado a todos aquellos que al ver a los que aman sienten unas ganas enormes de que el mundo se detenga en ese instante y que todo sea para siempre así...
Cuando mi tía Belkys vio a Hernán por primera vez, a ella le tocaba el turno al bate, incluso antes de salir a batear ella estaba segura que aquello sería un jonrón, quien lanzaba la pelota era nada más y nada menos que Juan Pablo, ese niño al que ella volvía loco con solo mirarle con esos ojos color miel que sólo tiene mi tía, Juan Pablo la miraba totalmente embobado, el jonrón estaba garantizado... Con lo que no contaba mi tía es que desde las gradas, un muchacho con chaqueta de cuero le sonreiría con esas sonrisas que atrapan para siempre, a mi tía la poncharon.
Esa misma tarde al volver a casa, mi Tía Belkys sintió algo que nunca había sentido, un vacío en el estómago pero a la vez una plenitud inmensa en el alma, una sensación que ella con trece años nunca había experimentado, luego le llegaron las mariposas al estómago y esa noche no pudo dormir, porque, esa enfermedad de la que se había contagiado y de la que no se curaría jamás, también daba insomnio.
Al día siguiente decidió no atarse más esas vendas en el pecho que intentaban disimular que ya estaba convirtiéndose en una señorita (era el único remedio que había encontrado para pasar desapercibida entre todos los chicos y poder seguir jugando béisbol con ellos, sin que se le notaran los pechos que a esa edad empiezan a crecer) hasta ese día se los envolvía con vendas y sobre ellas se ponía doble camiseta, pero ese día decidió liberarse de todas ataduras de la infancia, y se soltó las vendas y el moño, mi tía irremediablemente pasó a ser la mujercita más bella del pueblo.
Hernán llegó en moto a buscarla, a su calle, no era mucho mayor que ella, sólo 3 años, pero ese desenfado y descaro le hicieron siempre parecer mayor, y eso es lo que a ella más le gustaba. A mediados de los 80, en el 86 para ser exactos, el amor de Hernán y Belkys continuaba, ya cumplían 12 años juntos, a pesar de que Doña Bárbara (mi abuela) creyera que hacía ya 5 años que ese hombre, al que no consideraba correcto para su hija, se había ido para siempre de sus vidas, lo que mi abuela no sabía era que Hernán se volvió militar y había pedido traslado a pocas horas del pueblo, y esos fines de semana en los que mi tía "viajaba por el trabajo", eran los fines de semana en los que ella y Hernán se llenaban de amor y se juraban amor eterno pasara lo que pasara, mi tía volvía a casa, y se dedicaba a contar los días hasta el reencuentro.
Producto de tanto amor y pasión llegó Hernancito, un bebé tan hermoso con unos ojos que brillan hasta el día de hoy. Mi tía y Hernán se fueron a vivir juntos, pero al poco tiempo llegaron los problemas, demasiadas habladurías de la gente adulta que les llevaron a separarse por un tiempo, fue por ello que esa hermosa mujer vino a Caracas a vivir con nosotros y por un tiempo Hernancito vivió en casa no como primo, sino como un hermano más. Soy testigo que no pasó ni un día en el que mi tía no pensara en Hernán, siempre me hablaba de él y me contaba la historia de su amor una y otra vez, de allí que yo viviera siempre en una nube, porque desde pequeña supe el significado de la palabra amor.
Como todos los grandes amores, Hernán y ella volvieron a estar juntos, decidieron intentarlo a pesar de que mi abuela seguía insistiendo que ese hombre no le convenía, ella ya era una mujer, y un buen día juró amarle sin importarle el tiempo ni la distancia, y así lo hizo, de ese reencuentro nació Yoel, y resultó la copia del padre, sus ojos, su sonrisa, su cabello... mi tía adoraba a sus dos hijos pero con Yoel sentía una debilidad especial, el niño se la metió en el bolsillo con los miles de te quiero y besos que hasta el día de hoy llenan sus días.
A los pocos meses los militares mandaron a Hernán en "misión especial", tendría que volver en tres meses, pero pasaron 6 meses y luego un año, y no volvió, aunque mi tía le buscó por todas partes, pero ni en la milicia sabían nada de él... la última vez que le vieron fue justo al cumplir los tres meses y volvía a casa, mi tía siempre sospechó que algo malo le había pasado, pero la gente no se cansaba de repetirle que Hernán era así, que no le gustaban las responsabilidades y habría huído de su vida y ahora con dos hijos bla bla bla... Mi tía siempre mantuvo la esperanza, esa esperanza que resumía en las palabras que me repitió durante tantos años "porque tú reúnes todo el amor del mundo y aún así se queda pequeñito al lado de lo que siento por mi Hernán". Ella y yo nunca perdimos la fe en que Hernán volvería, porque yo también creía en ese amor y apostaba por él. Al tiempo los militares no investigaron más, le dieron como desertor.
Pasaron casi 4 años, Hernancito y Yoel habían crecido orgullosos de su padre, de quién estaban seguros que no volvía porque no podía y algo malo le había pasado, aunque la gente no se cansara de repetirles que "ese" les había abandonado. Mi tía se encargaba de contarles de noche, antes de ir a dormir, todas las cosas que debían saber sobre la vida de ese hombre que les dio la vida, y con ello sembró para siempre un amor más allá del tiempo y la distancia.
De como el 14 de febrero dejó de ser para mí una fiesta comercial para convertirse en el día del amor...
Un 14 de febrero mi tía amaneció alborotada, tenía las mismas sensaciones de aquel día a sus 13 años cuando conoció a su Hernán, había estado toda la noche soñando con él, me llamó y me dijo " mi chinita*, soñé con Hernán, le vi, creo que vuelve" y yo como creo en todas esas cosas, (porque siempre me pasan) supe que así sería. Esa misma tarde mi tía escuchaba la radio, y justo después de un bolero del Manzanero que la hizo pensar en Hernán, el locutor de la radio mencionaba que tenía un mensaje muy especial y con la voz entrecortada dijo: "Sra Belkys T., su esposo Hernán P. le espera en el hospital , ha despertado de un coma, se encuentra en muy mal estado, y desea verla urgentemente" el locutor pensando que aquel mensaje podría ser una broma acotó "lo he dicho porsia las moscas, pero no me creo que algo así pase un día como hoy", mi tía sí, y por ello salió corriendo, en menos de una hora ya estaba en ese hospital que quedaba en una ciudad vecina, preguntó por Hernán y sí, era verdad, no había alucinado ni con la canción de Manzanero ni con el mensaje del locutor, todo era real, y allí, en aquel Hospital, un 14 de febrero, estaba Hernán esperándola... Mi tía se detuvo ante él y sólo tuvo fuerzas para abrazarle cuando él le sonrió con la misma sonrisa del primer día...
Hernán, sí regresaba a casa justo después de aquellos tres meses, pero en la frontera con Colombia unos guerrilleros "que se montaron en el autobús en el que venía, me secuestraron, es que no me quité el uniforme militar porque no quería perder tiempo, sólo quería volver con ustedes, ellos al ver que era militar, me llevaron a un monte, no sé cuanto tiempo ha pasado, la pasé muy mal, Belkytas de esta creo que no me salvo " mi tía le besó con fuerza en los ojos llenos de lágrimas, el médico le explicó que los guerrilleros traen a ese hospital a los secuestrados que están muy enfermos y no les sirven para intercambiarlos "su esposo era uno de esos rehenes militares que siempre tienen bajo la manga para negociar con el gobierno, hace un mes que está aquí, sólo ayer despertó de un coma, y lo primero que hizo fue nombrarla, no recordaba ningún teléfono, por eso usamos la radio para llamarla".
Hernán y sus hijos compartieron mucho, el hospital se convirtió en el hogar de todos, allí venían siempre, Hernán pudo contarles en primera persona todas aquellas maravillosas historias que la madre tanto les había repetido, hubo tiempo para todo, para consejos, para dibujar juntos, para jugar juntos, para llorar y reírse juntos, para todo.
A los pocos meses Hernán murió.
Mi Tía Belkys siempre me llama y me dice cosas bonitas sobre su vida y lo bello que están sus hijos, y de como YOEL es la copia del padre, que le ve en él siempre, "aunque el desenfado y descaro de Hernán P. lo sacó Hernancito". Siempre dice que me quiere mucho y que espera que yo sea tan feliz con la persona que comparte mi vida, como ella lo fue con su Hernán, en el que siempre piensa y al que sigue amando a pesar del tiempo y la distancia: "Hernán y yo nos reencontraremos en otra vida, lo sé, mi chinita, porque tú reúnes todo el amor del mundo..." y allí continúo yo, "y aún así se queda pequeñito al lado de todo lo que sientes por tu Hernán", ella se queda muda y al rato con una voz entrecortada me repite " por eso eres mi consentida" y yo le digo " por eso te quiero tanto".
* Chino/China es la manera en que las personas de la región andina en Venezuela llaman a los niños.
De Peligro a Pele el Ojo (o como el venezolano usa refranes para explicar lo inexplicable) : No hay nada más grande que el amor.