Cuando se pide de corazón.
Un 17 de diciembre de hace algunos años, yo, enamorada hasta los tuétanos, estaba en mi primer año de carrera en la universidad y ese día decidí ir a "clases", yo sabía que en la universidad no estaría ni Dios, por muy católica que fuera, aún así fuí, con una esperanza grande en el corazón: ver al hombre que me quitaba el sueño en esa época. El hombre por el que cada dos minutos suspiraba sin motivo aparente, el hombre que me hacía sentir en la luna (tal como nos sentimos todos los que nos enamoramos), un compañero de clases con el que estudié toda la carrera y con el que nunca tuve nada serio, puro amor platónico, pero ese día fui decidida a declarlarle mi amor a decirle que todas esas señales que enviaba eran correspondidas y que sí, que lo aceptaba.
Mi mejor amiga de aquella época me acompañó en mi osadía, la noche anterior hablamos del plan por muchas horas y decidimos irnos a la universidad desde muy temprano, estábamos seguras que él iría y pensar que no fuera así ni se nos ocurría. No pudimos dormir, ella estaba tan nerviosa como yo. Todavía hoy recuerdo como nosotras,sentadas en las escaleras del módulo donde ese día tendríamos clases, repasábamos una y otra vez lo que acordamos que le diría, yo no sé de donde sacaría el valor para decírselo, aunque ya me había memorizado todo lo que le diría.
Pasó lo inesperado, él nunca apareció.
Salimos muy tarde de la universidad, decepcionadas por no habernos podido declarar (éramos tan amigas que hasta el amor lo vivíamos por partida doble). Mi amiga me animaba mucho, me recordaba que las semanas se irían volando y que el 7 de enero llegaría rápido, volveríamos a clase y yo podría finalmente decirle a aquel hombre todo lo que sentía por él.
Llegué a casa con un solo deseo en el corazón, que volaran los días. Que llegara el 7 de enero en un abrir y cerrar de ojos. Y esa vez, como siempre que pido algo bueno de todo corazón, se me cumplió el deseo, los días pasaron volando y el 7 de enero llegó.
El 17 de diciembre de este año, en Cádiz, veía correr a mi sobrina por la orilla de la playa intentando que las olas no la atraparan, estaba caminando con mis padres, mi hermana y mi cuñado, que están aquí de visita y mientras el sol calentaba mi cara, cerré los ojos y paradójicamente, esta vez, pedí que el tiempo no se fuese volando y que el 7 de enero (día que vuelven a casa) tarde mucho en llegar.
Creo que esta vez también se me cumplirá (lo he pedido de corazón).
Feliz Navidad para todos.
Recuerden pedir lo que quieren de corazón (se cumple, que se los digo yo).