Las escaleras de las casas antiguas de Amsterdam pueden ser mortales

Y lo digo en serio.





El esposo de Sofía, mi amiga, murió al caerse por unas aquí en Amsterdam, en casa de unos amigos, al salir de una fiesta.

Fue una tragedia.

Pasó hace como 4 años y ese momento horrible vino a mi mente nuevamente hace dos días justo cuando yo me caí por las de mi edificio. Me duele hasta las partes del cuerpo que no recordaba que tenía. La sensación fue terrible, la caída muy aparatosa pero el miedo que tuve instantes después fue peor. Porque estaba sola en casa, totalmente sola en el edificio y me caí en las escaleras que van del tercer piso al segundo, eran como las 8 de la noche y pensé que si algo me hubiese pasado quizás nadie podría haber llegado a tiempo, porque esa noche estaría totalmente sola. Nadie vendría a mi casa.

Es por ello que pensé en ella, en Sofía, ella es de México, una chica muy bella y con un alma bondadosa. Se vino a vivir a Holanda hace 10 años llena de ilusiones a compartir su vida con Hans, el holandés que conoció en un viaje. Ellos se amaron desde el primer segundo y siempre se les veía sonriendo, casi siempre estaban juntos. Hans, era un hombre de estos como diríamos en mi país "simpático, bonachón y alegre".

A nosotros la noticia de su muerte nos pegó duro.

A Sofía hasta el día de hoy le cuesta recuperar su sonrisa.

Pensando nuevamente en lo que le pasó a Sofía,a mi el alma y el corazón se me hacen un nudo. Ella es una mujer muy especial, dedicada como nadie a todo lo que tiene que ver con arte: le encanta el cine, el teatro, la pintura, la poesía y es precisamente esa sensibilidad tan grande e incontrolable la que apagó un poco su alma ante la trágica muerte de su Hans.

Ella y Hans vivían oficialmente juntos, lo que se conoce legalmente como "pareja de hecho", un buen día tuvieron una discusión por una tontería lo cual hizo que se separan por un tiempo, Sofía en un arrebato le pidió a Hans disolver oficialmente la unión, Hans así lo hizo. 7 meses después se volvieron a unir porque luego de la tempestad la calma llegó a sus vidas y se dieron cuenta una vez más que querían estar juntos. Pensando en el "para siempre" no arreglaron nada de papeles, durante un par de años Sofía y Hans continuaron con sus vidas, ella trabajaba y pagaba parte de los gastos, él también, viajaban, salían a cenar juntos, disfrutaban todos las cosas relacionadas con el Arte que Sofía siempre apreciaba como nadie.

Tenían dos casas que estaban a nombre de Hans, Sofía no podía pedir hipoteca porque su contrato nunca fue fijo y Hans decidió asumir las deudas solo, con la primera disolución de la pareja ella oficialmente ya no era "pareja de hecho" y por ende no tenía derecho a las propiedades, pero quién piensa en todo eso cuando todo entre ellos era nuevamente color de rosas?

Hans quería volver a arreglarlo todo, poner todo a nombre de los dos volver a ser pareja oficialmente y lo más pronto posible ("quizás algo se presentía el muchacho", diría mi abuela) ella estaba de acuerdo pero estaban tan felices de estar juntos nuevamente que dejaron todo para un "mañana", que no llegó nunca.

Un par de meses después de la muerte de Hans, los hermanos y los padres de él visitaron a Sofía. Ella estaba contenta porque sentía en ellos la presencia de Hans y eso le hacía sentirse un poquito mejor y algo acompañada. Lo que Sofía no contaba era con lo que la vida le deparaba. La familia de Hans le venía a comunicar que tenía un mes para abandonar la casa, oficialmente, aunque ella hubiera pagado muchos años de los gastos de las casas y hubiera compartido un tercio de su vida con Hans, no le pertenecía nada de lo que juntos habían forjado. Ese papel que nunca volvieron a firmar era lo único que la hubiera podido salvar, la familia lo sabía y no respetaron nada, ni el amor de Hans por Sofía, ni tantos años de comida y navidades juntos, nada de nada. Sofía tuvo que abandonar la casa.

Al morir Hans el "Seguro" pagó todas sus deudas, varias propiedades muy bien ubicadas en el centro de Amsterdam y compradas a precio de "florín" despertaron en la familia esa ambición que es capaz de llevarles a dejar EN LA CALLE a la única mujer que el hijo amó en su vida. Sofía no peleó, no luchó, no lloró.

Hoy Sofía duerme en un sitio distinto a ese que compartió con Hans durante tantos años, le queda siempre el recuerdo de su gran amor y eso no se lo quitará nadie nunca, nisiquiera la familia de Hans, porque nadie, nadie, puede arrebatarle lo que tiene en su alma y en su corazón.


Yo sé que Sofía algún día volverá a sonreír.

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