Nono mío.

Esa mañana me desperté muy temprano, eran cerca de las 4 de la mañana, no había pegado un ojo en toda la noche porque ante tu promesa de llevarme contigo al hospital si a esa hora estaba despierta te imaginarás que no podía descuidarme, hoy en día sé que tu pensabas que no me despertaría, pero lo que tú no sabías es que yo moría por estar contigo en todos lados y hubiera hecho lo que sea por hacerlo posible.
Lo hice.
A las 4 de la mañana ya estaba despierta, eran otros tiempos donde yo no me preocupaba por maquillarme o desmaquillarme y en pocos minutos ya estaba lista, recuerdo la ropa que llevaba puesta y todo, lo recuerdo como si hubiera sido ayer aunque yo era muy niña, muy niña Nono mío. Recuerdo tu cara de sorpresa al verme despierta como también recuerdo tu sonrisa al ver que lo había logrado (sé que te gustaba esa terquedad infantil mía)
Antes de irnos me preparaste el Aguamiel, ese cafecito andino que tú haces tan rico, luego me diste una arepita acompañada por unos huevos batidos, esos mismos huevitos que tus manos grandes habían rescatado del gallinero a esa hora para asegurarte de que fueran los más frescos.
El café tenía ese aroma único que no sé porque hoy siempre recuerdo durante los días lluviosos.
Los días anteriores habíamos estado mucho tiempo juntos seleccionando las semillas de café que tu mismo habías cultivado y que luego pusiste a secar para finalmente moler. Mezclando con agua y panela poniendo el producto final en un pocillo de peltre blanco pintado con flores (tengo en mi casa de Amsterdam uno muy parecido que compré pensando en ti), ese café era una magia que te había costado mucho tiempo cosechar pero que tu esperabas siempre con paciencia, esa paciencia que siempre te ha caracterizado Nono mío, la misma que mostrabas siempre que yo, tu nieta más curiosa, quería ir contigo a todos lados.
Terminamos de desayunar. Era todavía de noche y nos pusimos allí, en la puerta de la casa, a esperar el autobús, esos autobuses de los que hoy en día se ven pocos, autobuses gigantes con tantos puestos, allí casi nadie iba de pie.
El autobús llegó, antes de entrar en él o de siquiera responderle los buenos días al conductor que siempre era tan amable conmigo, ya me había mareado, lo sabías, es por eso que te sacaste de tu bolsillo de mago una pastillita mentolada, no sin antes convencerme que la habías comprado en Cúcuta y que allí te habían prometido que curaba todos los mareos infantiles, te acordaste de mí y la guardaste para ese día ( qué casualidad) la habías traído para mí y milagrosamente evitaría mi mareo en el viaje tan largo que nos esperaba por esa montaña andina, que daba vueltas y vueltas para llegar a la ciudad, el sitio más cercano donde tenías un hospital.
Era un viaje que me parecía tan largo de niña y que se me hace tan corto, ahora, cada vez que vuelvo a visitarte.
Llegamos al hospital, toda la gente que nos rodeaba a esa hora era gente como tú Nono, muy mayor. Ellos todos te preguntaban que tenía la niña, porque se creían que si un niño estaba a esas horas en un lugar como ese era porque algo malo le pasaba, tu entre risas respondías: es mi nieta, la negra, mi chinita siempre quiere estar con su Nono en todos lados.
Y así era.
Regresamos a casa, mi madre esperaba con una sonrisa en la puerta, pienso que mi ropa toda arrugada y los cabellos mal recogidos por el apuro de la madrugada le sorprendían, ella no decía nada porque ya estaba acostumbrada, lo había vuelto hacer y me había ido de madrugada por esa manía de estar siempre con mis Nonos, cada vez que podía, así tuviera que madrugar en mis días de vacaciones.
"Cómo me le fue con el Nonito?", me preguntó mi madre: "Bien Mami, hoy no me mareé".
Mi Nono me miraba y me guiñaba el ojo en señal de complicidad tocando su bolsillo de la camisa de donde siempre se sacaba algo mágico que resolvía todos mis problemas.
Mañana cumples 83 años Mi Nono y yo brindo por eso.
Siempre que vuelvo a ti es igual que cuando era pequeña, siempre haces cosas maravillosas mi Mago, mi mágico Nono, dices que todavía soy tu chinita y me cuidas y me quieres, con tus arepitas, con tus gallinitas, con tu café, Nono mío, con tu café, ese Aguamiel sabroso que nadie como tú lo sabe hacer tan bien.
Te pido otro truco de Magia? Lo puedo pedir? Sólo uno más, lo prometo Nono, sólo uno más: sácate de tu bolsillo más años de vida para tenerte y disfrutarte más, para poder viajar contigo y no marearme en este autobús llamado vida.
Te quiero Nono.
la foto