"A Saudade Mata a Gente"
"La Tía Pastora falleció". Me comenta mi padre al llamarme.
"La Tía Pastora se murió". Me escribe mi madre por el messenger.
Me quedó claro, la Tía Pastora ha pasado a otra vida.
Lo que ninguno de los tres me pudo decir con exactitud era la edad que tenía cuando murió, todos coincidimos que era viejita, muy viejita, pero entre los 100 años que mi hermana le daba, los 90 y pico de mi Padre y los 88 de los que mi Mamá no estaba totalmente segura, lo único que se sabía con certeza, es que la Tía Pastora ha muerto después de haber vivido bastante.
La Tía Pastora, aún cuando siempre la conocimos como la "Tía", fue madre, abuela y bisabuela. Maiximina, su hija, fue madre soltera de 5 hijas y vivió siempre con su Madre. Vivieron muchos años en una pensión en La Candelaria (en Caracas) una pensión donde todos eran portugueses excepto ellas. Se criaron allí las 5 hijas, la habitación-casa donde vivían tenía su cocina, su baño y un cuarto, en ese cuarto dormían todas juntas las 7 mujeres.
De mis 5 primas (las hijas de Maiximina), Laura es la que nació el mismo año que yo, quizás es por el vínculo de tener la misma edad y las mismas inquietudes que la conexión hasta hoy en día es muy fuerte (aún cuando llevamos muchos años sin vernos). En la primaria Laura y yo fuimos a la misma escuela. Laura me robó mi primer amor y la única oportunidad de pertenecer al Coro de la primaria que viajó a nivel nacional con todos los alumnos que escogieron en aquella audición a donde le dije que me acompañara: mientras yo ensayaba antes de la audición, ella me daba notas que la profesora escuchó causalmente y quedó enganchada a su voz, a la profe le faltaba sólo una persona para completar el coro y esa 'una' no fui yo. Finalmente Laura me contó toda la gira con tantos lujos de detalles que viví todo casi como si hubiera estado allí, pero no fue lo mismo y creo que aquello de alguna forma me marcó para no atreverme a hacer ninguna otra audición en mi vida hasta hace 4 años.
Laura y yo compartíamos muchas horas después de la escuela, me gustaba ir a esa Pensión en la Candelaria donde vivían y hacer la tarea juntas en ese patio de casa tipo colonial que tenían, simplemente me fascinaba y siempre convencía a mi madre para que me dejara ir, excusas, con mi imaginación infantil, nunca me faltaron.
La gente portuguesa que vivía en esa casa, siempre nos trataba muy bien, cada habitación-casa era un mundo nuevo para mí. Recuerdo al "pescadero" que siempre traía pescados gigantes a todos los que vivían en la casa. La "costurera" que lograba siempre hacer los trajes de carnaval más bonitos del mundo para mis 5 primas (y con muy poco dinero). El '' cocinero" que de cuando en cuando salía con una bandeja llena de cosas ricas para todos nosotros. La "señora que trabajaba de noche " a la que intentábamos no despertar por instrucciones estrictas de la Tía Pastora, y con cuyo hijo jugábamos y hacíamos las tareas juntos; la Tía siempre "se tragaba vivo" a todo aquel que intentara inventarle otro oficio nocturno que no fuera "trabajadora de una fábrica nocturna" a esta señora. La Tía Pastora al ser una madre soltera y teniendo una hija Madre soltera, defendía a capa y espada a todas las mujeres que sin ayuda masculina sacaban a sus hijos "palante" solas. Allí, en medio de tanta gente maravillosa, mis primas, mi Tía y Maiximina, nunca se sintieron solas, compartían su vida con muchos portugueses que formaban parte de la familia y el día a día.
Muchas veces jugábamos frente a la puerta de aquella casa, por dentro, en aquel pasillo largo, algunos días abríamos la puerta al cartero, ese hombre considerado casi un Santo en aquella pensión porque traía el correo, el correo de Portugal!!!, eran muchas, muchas cartas y paquetes, recuerdo clarito como corrían todos por los pasillos cuando nosotras gritábamos: Cartas!!! Llantos y risas leían letra por letra. Ellos no esperaban a leer las cartas en privado en sus habitaciones-casa, las leían allí, en el pasillo, ante nuestros ojos desorbitados que no entendían tanta emoción ante un papel, hoy en día cuando recibo paquetes, postales o cartas (de aquellos románticos que aún usan el papel para comunicarse) de mi país y el corazón se me sale por la boca, me acuerdo de todos y cada uno de ellos leyendo sus cartas con llantos y risas, las mismas que yo tengo al leer lo que me mandan, y me imagino allí, en ese pasillo, leyendo lo que me ha llegado junto a todos ellos, y mi alegría se hace doble.
Ayer cremaron a Mi Tía Pastora, mi madre me contó que en el entierro estaba la última que queda de las hermanas de mi abuela, lloraba a su hermanita Pastora como una niña y es que yo estoy segura que el amor de hermanos aún cuando ya estés viejito, se mantiene intacto como el primer segundo en que las almas se cruzan en el encuentro infantil.
Me pregunto que habrá sido de toda esa gente que vivía en aquella pensión. Maiximina dice que la casa ya no existe y que la mayoría de esos portugueses viven en Venezuela y otros volvieron a Portugal. Yo, con poca información y puro corazón, les he puesto finales felices a todos en mi imaginación:
El "sr. pescadero" encontró a alguien para compartir su vida, siempre tuvo miedo a ser rechazado por el olor a pescado que según él tenía metido en el cuerpo para siempre, "ya encontrarás una sirena" le dijo "el cocinero" un día. Y para mí, así ha sido.
La "costurera" fue descubierta por algún diseñador famoso de estos que pagan mucho y la tienen viajando y cosiendo por todo el mundo.
Al '' cocinero" ya no le llaman así, ahora es Señor Chef y deleita a miles de paladares en un restaurant de estos donde la gente hace colas enormes para esperar una mesa.
"La trabajadora de una fábrica nocturna" es la mamá de un exitoso empresario venezolano, que la tiene viajando a Portugal cada dos por tres para que visite a su familia, de vez en cuando también se trae a toda su familia portuguesa para que disfruten de las playas venezolanas de las que él no se despega NI MUERTO.
Y mi Tía Pastora? Mi Tía Pastora está ahora con Chuchu, hablando o rindiendo cuentas, eso sí, con toda certeza le ha pedido una cervezita porque en sus 100, 90 y pico u 88 años, esa nunca le faltó para refrescarla. Y mientras se re-encuentra con su hermana, mi abuela Paulina, la misma que seguramente atrapó allá en el cielo muy alto mi Pompa de Jabón de París que duró tanto en irse a mejor vida como ellas (aunque no tanto como la Tía Pastora).

Mi abuela Paulina sonríe en esta foto, como siempre sonríe, su hermana la Tía Pastora está a un lado justo detrás de todos nosotros. Con el vestido azul, yo, Laura justo a mi lado vestida de blanco y detrás de mi hermana mayor que carga en sus brazos a mi hermana pequeña. Mi hermano mayor tiene la suerte de ser abrazado por Paulina en esta foto.
De Peligro a Pele el Ojo (o de como el venezolano usa refranes para explicar lo inexplicable) : extraño mucho a mi abuela Paulina. Tanto como Laura va a extrañar a la Tía Pastora.