17.8.10

Lo más importante


Casarse, es un acto de amor. Decirle a la otra persona que la amas y tienes la mejor de las intenciones de que sea para siempre, haciendo partícipe de ello a tantas personas a las que quieres e invitas a compartir ese día, no puede partir de otra cosa que no sea del amor.


Con ello no quiero, si acaso, insinuar que quién no se case no ama, sería incapaz (por razones personales) de pensar algo así, sólo que estoy convencida que casarte, de todo corazón y estando convencido de lo que estás haciendo, es una consecuencia del puro e infinito amor.

Además de una fiesta. Qué, en nuestro caso, fue un tanto complicada para preparar, teniendo entre otras cosas familia y amigos de otros países que vendrían a Venezuela (un país con tan mala reputación en cuanto a seguridad) para vernos casar. La cosa no pintaba muy tranquila. Aún así decidí no preocuparme por eso hasta no verles llegar uno a uno al Aeropuerto Internacional de Maiquetía de Caracas. Para ello quedaban muchos meses y muchas cosas que preparar.

Durante los preparativos de la boda lo único que tuve en mente era que algo que el pisha de cai me repetía contínuamente:lo que realmente importaba para que la boda se llevara a cabo éramos él y yo. Lo menciono porque todos los que han pasado o están pasando por ese momento conocen muy bien el trabajo que implica preparar una boda y puede llegar a ser algo estresante sino se recuerda que sin importar qué tan grave parezca un problema que surja en el camino, lo único que necesitas para casarte es a la otra persona y, por supuesto, el amor que les une y les ha hecho tomar esa decisión.

Con mi hermana, que estuvo con nosotros en Cádiz durante parte del verano y otoño del año pasado, me senté varias veces en algún chiringuito a preparar una lista de todas las cosas que tendríamos que tener listas antes de la boda. Era una lista que abarcaba desde lo más simple hasta lo más importante. La lista era inmensa pero todo lo que habíamos escrito era fundamental.

Intentaba no asustarme.

Lo primero que teníamos que poner en papel era a quién invitar. Esto puede sonar muy simple pero en el caso del pisha de cai y del mío no lo era. Él, es de Cádiz, como su nombre bloggero indica, yo, de Caracas como todos los que me leen desde hace tiempo lo saben, hemos vivido buena parte de nuestras vidas en Holanda y juntos vivimos en Cádiz en la actualidad (aunque no parezca porque nos la pasamos viajando de aquí para allá). Eso, además de haber llenado nuestras vidas con cosas lindas que contar cuando lleguemos a viejitos, también ha traído muchos buenos amigos que no queríamos dejar de lado en un momento tan especial, el asunto era no dejar a nadie fuera y eso implicaba bastantes horas de trabajo para saber a quién incluir. No fue nada sencillo.

Mi hermana, el pisha de cai y yo, vinimos juntos a Venezuela a finales de Octubre del 2009, la idea era estar durante varias semanas preparando las cosas más importantes de la boda; el sitio, como lo relataba en un post anterior, ya lo teníamos, ese mismo sitio se encargaba de la mayor parte del decorado y de toda la comida, ellos nos refirieron a otro lugar donde teníamos que escoger los manteles ellos a su vez podían encargarse de las flores, una de mis hermanas nos asesoró con respecto a la música, mi otra hermana y mi madre nos ayudaron muchísimo haciendo visitas en muchos lugares que nos recomendaban (la más dulce de todas fue a la persona a la que finalmente le encargamos los postres) una cosa llevaba a la otra y todo parecía salir sin problemas porque contábamos con mucha ayuda y principalmente porque estábamos dispuestos a escuchar a todo el que nos quisiera asesorar. Creo que esa fue la clave.

Mi familia, el pisha de cai y yo decidimos irnos a La Isla de Margarita con la excusa de pasar unos días de playa pero con el objetivo principal de comprar el whisky y el champán para la fiesta (es puerto libre). Fue un viaje muy bonito, estuvimos varios días todos juntos, excepto mi hermano que tenía que trabajar, al final la excusa de comprar el licor nos vino bien a todos porque nos relajamos por un rato de los preparativos.

En tan corto tiempo, tantas visitas a tantos sitios y tantas cosas por ver, probar o aprobar no fue un trabajo fácil, aunque había algo que lo hacía muy especial y era el saber que estaba en mi tierra organizando algo que en pocos meses se convertiría para todos en un día tan especial y eso me entusiasmaba a levantarme todas las mañanas para aprovechar al máximo todos los días que estuve en Caracas.

Volvimos a Cádiz con la certeza de que habíamos logrado ver casi todo lo que queríamos y con ello teníamos un buen principio. Por muy duro que se trabaje para una boda creo que durante todos los meses previos a ese día casi todo el mundo tiene la idea de que falta por hacer mucho más de lo que en realidad queda. Y esa sensación no se va tan fácil. Yo la tuve hasta un mes antes de la boda cuando tuve que organizar hoteles, viajes y muchas cosas más de todos los invitados que venían del extranjero, estaba tan ocupada con todo eso que me olvidé de pensar si me faltaba mucho por hacer o no. Mucha gente no supo cómo aguanté toda esa presión y podía sonreír sin mostrar ni un poquito del estrés al que estuve sometida, más por la logística de nuestros invitados que por nuestra boda en sí. Visto en la distancia, creo que todo lo que tuve que hacer por nuestros invitados me vino muy bien porque no me angustié por tonterías, simplemente no tenía tiempo.

En el mes de Septiembre del año pasado decidí tomar un período de seis meses y medio de descanso laboral, que llegaría un mes y medio antes del día de la boda, el quince de marzo de este año para ser precisa. Eso me daba ánimos cuando pensaba que el tiempo no me rendiría para preparar la boda como debía, lo que no sabía era que el período laboral previo a mi descanso sería el más estresante que recuerdo desde que trabajo en mi empresa. Mi cabeza estaba al diez por ciento en la boda y el otro noventa por ciento en el trabajo. Así que no fue un camino de rosas pero tampoco me desanimó porque al final del día recordaba que lo más importante para casarme, tal y como el pisha de cai me repetía contínuamente éramos él y yo. Lo demás vendría por añadidura.

Y así fue.

Este relato comienza con el post publicado el 28 de mayo de este año ¨Las cosas que nos unen¨, si lees todos los posts en ese orden, éste tendrá más sentido.